31 enero 2006

No pertenecía al grupo de hombres que siempre me habían atraído y a los que yo solía atraer.

Constantemente deprimidos.
Emocionalmente heridos.
Ligeramente reservados.
Desesperados por amor.
Desesperados porque alguien los salvara.

No; Ray no era de esos, y no tenía las habituales conductas neuróticas y psicóticas que solían encender mi imaginación, mi curiosidad, mis fantasías de rescate; que me impulsaban a rasgar el velo de la psique del hombre amado para descubrir al monstruo solitario que se ocultaba debajo.

*de “Fauna Conyugal” (Laura Zigman).

1 comentario:

Anónimo dijo...

dáte la oportunidad de desentumecerte, haz el favor.
te vale un beso?