13 octubre 2007

Menudo Circo

“El circo tiene algo de romántico pero también algo de triste”, opinaba un amigo hace bastantes años. Supongo que es cierto.

Personalmente nunca me gustó el mundo entre rejas donde sobreviven los animales, ni mucho menos el entrenamiento al que son sometidos para realizar todo tipo de trucos que nunca me parecieron divertidos (y no quiero ni imaginar a ellos); los payasos me parecen aterradores; los trapecistas me aburren muchísimo… En realidad, aunque de pequeño acudía religiosamente todas las Navidades al circo instalado en la Plaza de Toros de las Ventas, no recuerdo que aquello me gustase. Incluso me acuerdo de cómo un grupo musical infantil (en mi mente eran Parchís, pero con los años he acabado creyendo que debían ser otros) sacaba a todos los niños para bailar y cantar con ellos; por alguna extraña razón, acabé en la pista haciendo como que disfrutaba de aquel espectáculo… A lo mejor los demás niños de veras lo pasaban en grande, en mi mente todos gritaban como locos y eso me recuerda al mundo donde acaba Pinocho (ya sabéis, aquellos niños fumadores, esclavistas…). Algo después, quizá la última vez que pisé uno de los circos de Las Ventas, vi a “El Equipo A”; se presentaban tal cual, pero su canción era la sintonía de la serie con letra en español; decía: “Equipo A, Equipo A, los héroes mercenarios entran en acción”... Durante la función también actuaba “El Gran Héroe Americano”, que en su primer vuelo, salió despedido contra una de las gradas, ante el grito de emergencia de sus compañeros, que buscaban un médico en la carpa (no era una broma, el tipo se ostió pero bien). Mi madre tenía una amiga que trabajaba en espectáculos circenses, disparaba en plan vaquera y, supongo, lanzaba cuchillos y esas cosas tan divertidas; me parece que una vez me llevó a verla al Parque de Atracciones de Madrid. Guardo un leve recuerdo sexual de aquella chica… Ya sabéis, ese morbo que los niños sentimos por las amigas de nuestra mamá, y aquella mujer llevaba pantalones ajustados, manejaba el látigo y agarraba la pistola como ninguna.

Por supuesto, el circo resultaría un arte de lo más respetable (más allá de los gustos de cada cual) de no ser por el trato y explotación animal e infantil. Es curioso cómo a día de hoy, aún hay gente que sonríe o suelta una sonora carcajada, tomándose a pitorreo que en los circos los animales sean maltratados. Desde mi punto de vista, el mero hecho de utilizar esos animales para provecho humano, ya me parece sobradamente reprochable, pero más allá de eso, en los circos se somete a verdaderas torturas a esas criaturas. Cualquier persona familiarizada con los animales, sabe lo mucho que cuesta “domar” a algunos de ellos, inculcar comportamientos propios de marionetas de feria o enseñar a hacer trucos excéntricos. Los animales, lejos de sentirse en su medio natural, son recluidos durante casi todo el día, encadenados y encerrados, para salir de sus cubículos, únicamente, para ser amaestrados a fuerza fruta, o para hacer una demostración de los trucos aprendidos. Imaginad por un momento el tratamiento al que debe ser sometido un enorme felino, que en realidad tiene un miedo natural atroz al fuego, para entrar por el aro ardiendo (de ahí la expresión “pasar por el aro”, por cierto). Para muestra, un botón:

Hace unos días, en el programa de Telemadrid “Madrid Opina”, el público -ese rebaño descerebrado programado para aplaudir cada vez que un contertuliano se agita en su asiento soltando alguna barbaridad (a más gorda, mayores aplausos)- abucheaba a algunos de los invitados que se atrevieron a mencionar los miles de muertos anónimos que permanecen enterrados en antiguas fosas comunes a lo largo y ancho de las tierras de España desde la Guerra Civil. Es interesante el comportamiento de ese público que, supongo, se comporta así más por ignorancia que por malicia o convencimiento. De igual modo, decía, mucha gente sigue viendo solo la cara amable del circo…

Los circos, con los años, han ido tomando conciencia de lo triste que generalmente resulta su espectáculo; más allá de aquel romanticismo de los viajes en carromato, la hambruna y diferentes leyendas negras han dinamitado la historia de circos populares en el mundo entero, o de artistas que en su día fueron grandes nombres de la carpa. Ahí tenemos la vida y milagros de Ángel Cristo, Fofito y su rencilla con los Aragón, La Ciudad de los Muchachos... Para lavar su cara, algunos atrevidos artistas, han decidido innovar creando espectáculos diferentes, mezclando cabaret, teatro, prescindiendo de los animales… El ejemplo más popular, aunque no el único, lo encontramos en el canadiense Circo del Sol.

Esta noche acudí nuevamente al circo. Y me sentí terriblemente culpable. Culpable, primero, por no molestarme debidamente en informarme de lo que iba a ver, y segundo, por haber asistido a un espectáculo donde se utilizaban animales. El Circo de los Horrores está dirigido por Suso Silva, más conocido como Suso Clown. Bajo la máscara de espectáculo diferente, y sustituyendo la carpa de un circo por las paredes de un teatro, el Circo Price acoge estos días en Madrid un espectáculo que de diferente tiene poco. Si bien es cierto que el montaje, maquillaje y puesta en escena en general pueden pasar por ser distintos a los de los circos convencionales, detrás encontramos más de lo mismo; pero lo verdaderamente grave es encontrar que mientras se muestran al público como algo innovador, utilizan animales en varios de los números: concretamente, una serpiente, que únicamente aparece enroscada en el cuerpo de uno de los artistas, y un caballo, que tristemente es montado por La Muerte; sería fácil hacer un símil.

María, que me acompañaba esa noche, y es gran conocedora del mundo ecuestre, me narraba al oído cómo el jinete realizaba cada uno de los trucos, cómo utilizaba elementos que realmente debían herir al animal y cómo se cebaba con él, mientras los aplausos, bastante más apagados que en los demás números, se sumaban a los bailes y trotes, meneos y saltos… Vergonzoso. Precisamente, de no ser por estar acompañado, me hubiera levantado en medio de su actuación y me habría largado de allí. Pero el clímax llegó con la participación de una pequeña niña.

Recuerdo que hasta que entré al circo esta noche, el trabajo infantil estaba prohibido en España; bueno es saber, precisamente hoy, día del orgullo patrio, que las cosas no han cambiado tanto. Y bueno es saber que un circo siempre será un circo, porque esos mismos niños, también cubren espectáculos de El Circo del Sol, por ejemplo. Pero del trabajo infantil no se libra ni el circo, ni el teatro, ni el cine… Que trabajen y les llenen las arcas a los padres, claro que sí…

Si bien es cierto que en la actuación de Suso Clown se adivinaba el saber estar en escena, me ha picado la curiosidad y he cotilleado un poco para saber más de este personaje.

De los Silva del Circo de los Muchachos, sobrino del jesuita Padre Silva, su fundador, Suso es un mundialmente reconocido mimo y clown que ha pasado de vivir en los carromatos ajenos, a montar sus propios espectáculos. El Circo de los Muchachos (Benposta, Orense), se fundó con una de esas utópicas ideas donde los niños son los que mandan (eligiendo incluso su propio ayuntamiento), en el año 56, donde se fundó la segunda escuela de circo del mundo, con la idea de que se juntara allí una comunidad de niños desfavorecidos bajo el amparo del catolicismo. Sin embargo, esta ciudad fue construida no solo para los niños, sino también por ellos. Con los años, igual que ha ocurrido en lugares parecidos, ha empezado a surgir la mierda… Tanto es así, que las denuncias al centro se empezaron a sumar, incluyendo las de abusos sexuales; lo que un día nació como sueño utópico ha terminado siendo tachado de secta destructiva por buena parte de los niños que han pasado por allí. El Padre Silva decidió que su permanencia se hacía insostenible y se marchó llevando con él a quince menores, cuyos familiares (muchos de ellos también de El Circo de los Muchachos) denunciaron su desaparición; cuando el Padre Silva reapareció, acusó a aquellos que se habían levantado contra él de haber dado un golpe de estado en su comunidad.

El mundo es un circo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te preocupes.Tú no sabías que ibas a ver lo que ibas a ver.Que te quiten lo bailao.Puedes comunicarlo a Equanimal o a Igualdad Animal y van o vamos de protesta.