03 febrero 2008

5 cuentos celestiales


Las lágrimas cristalizan. Con el tiempo. Y la luz. El amarillo ayuda. Y el azul. Y con ellas se pinta el cielo.


Cielo está ahí. Fuera. Mételo contigo. Y verás. Verás cielo. Cielo.


Hay nubes que se resisten y pasan desapercibidas. Con mucho esfuerzo. Pero siempre hay alguien que las descubre y se alimenta de ellas con los ojos. Se tornan grises entonces, y a veces se derraman. Es solo de rabia, por haber sido encontradas.

Al final, las nubes, siempre llaman la atención.


Los pájaros no siempre vuelan con el viento. A veces ajetrean el cielo y le dan una excusa al terremoto dichoso de la mariposa mientras se dejan flotar, mímicos, en el mismo punto. Nadie más lo sabe, pero están bailando con el aire.


Un angelote, cansado, se ha sentado en la luna. “¡Luna, ¿dónde estás?!”, “¿dónde te metes, luna?”. La luna sigue igual, ni mengua, ni crece, ni na, es solo que un angelote cansado se le ha sentado encima.




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