29 octubre 2007

El arte mata

A día de hoy, ya son más de 150.000 firmantes (y el número sigue aumentando por minutos) los que piden el boicot a la presencia de Guillermo "Habauc" Vargas en la Bienal Centroamericana Honduras 2008.

¿Por qué?

Habacuc es uno de tantos que ha decidido llamar la atención de medios atentando contra la vida un animal en una de sus obras. En esta ocasión, el turno es de un perro, al que Guillermo mantuvo atado en la galería nicaragüense Códice, durante la Exposición Nº1 Un perro enfermo, callejero/ ”Eres lo que lees” (agosto 2007). El perro, que vivía en la calle, estaba enfermo, extremadamente delgado y muy débil. Fue cazado expresamente para la obra, donde permaneció atacado durante horas, sin comida ni bebida. Según explicó Marta Leonor González, editora del suplemento cultural de La Prensa en Nicaragua, a La Nación, ese mismo día el perro murió; este dato es algo en lo que no se pone de acuerdo la sala, algunos críticos o el mismo artista, que demuestra que lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal, ya que no se molesta en desmentir la acusación, reafirmándose, cuando dice que no se arrepiente en modo alguno de lo que ha hecho…

Eso es lo que, a grandes rasgos, ocurrió con Natividad, nombre que se le dio al perro en homenaje al nicaragüense Natividad Canda (24 años), quien murió devorado por dos perros Rottweiler. Sin embargo, ¿qué tiene que ver el caso de Canda con el de Natividad (el perro)? Según palabras de Habacuc: “Me reservo decir si es cierto o no que el perro murió. Lo importante para mí era la hipocresía de la gente: un animal así se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte pero no cuando está en la calle muerto de hambre. Igual pasó con Natividad Canda, la gente se sensibilizó con él hasta que se lo comieron los perros. (…) Nadie llegó a liberar al perro ni le dio comida o llamó a la policía. Nadie hizo nada.”

Si, como dice Habacuc, nadie hizo nada, la obra fracasó en su cometido, ya que la gente se comportó de la misma manera que en la calle; pero da la causalidad de que según diversas fuentes, no fue así como se sucedió la velada. Del mismo modo, se contradice la sala en su comunicado, donde afirman que Códice “(…) jamás ha pretendido ejercer ningún tipo de censura, siempre y cuando no atenten contra los principios elementales de la ética y mucho menos que impliquen la vida de un ser viviente, sea humano o animal.” Me pregunto qué considera esta gente “atentar contra los principios elementales de la ética y toda esa retahíla que mencionan... Me pregunto qué habría pasado si en lugar de un perro, allí se hubiera encadenado a un niño… Un niño pobre y hambriento que tarde o temprano también iba a morir.

Como en otras ocasiones, la polémica está servida. El año pasado hacía mención aquí mismo a la obra de Rodrigo García, que mataba a un animal durante una de sus “performances”. Curiosamente, García y Habacuc se ponen de acuerdo en intentar justificar sus actos, buscando desenmascarar la hipocresía de la sociedad o intentando hacerla despertar; es decir, los dos artistas se endiosan a sí mismos hasta el límite de saberse por encima de éticas y moralinas que nada tienen que ver con el arte, según ha declarado el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) de Costa Rica.

Curioso. El comunicado del MADC termina apuntando: “Por lo tanto, que la solicitud de derogación de la participación de Guillermo Vargas (Habacuc) de la Bienal Centroamericana de Honduras 2008, consideramos es legalmente improcedente y sin fundamento, no solo porque las obras con las que el artista fue seleccionado a la Bienarte 2007 son distintas a la obra cuestionada, sino porque la censura de un artista por hacer una obra muy polémica -aunque esté sujeta a discusión dentro de los ámbitos de la estética y la ética- no debe ser de ningún modo la base de legitimación de la censura.”

Así pues, intentan vender la moto de que “ética” no va unida a censura… Habría que recordar a estos señores que no solo de leyes vive el hombre, pero ya que lo que quieren es jugar con las leyes en la mano, si repasamos el Código Penal de Costa Rica verificaremos que la crueldad animal, en cualquiera de sus formas e independientemente del fin último de la misma, es en sí un hecho repudiable y sancionado. Bien, desde un punto de vista meramente legal, es cierto que solo los jueces pueden censurar la obra de un artista, pero escurrir el bulto de manera tan zafia, clama al cielo. Ya lo apuntaba Rosa Montero, cuando se trata de “libertad creativa” está claro que todo vale para los artistas, críticos, museos o salas de exposición.

Si bien es cierto que la medida de esta petición de firmas no tiene como fin salvar la vida de un animal (que ya está muerto), sí pretende “castigar” al artista boicoteando su obra.

Es una lástima que en Marca Acme "curiosamente” pidan una contraseña para acceder a un más que interesante artículo llamado “5 piezas de Habacuc” donde se podía seguir en detalle, con fotografías y textos, cómo transcurría la polémica exposición y, donde, en contraposición a las declaraciones de Habacuc, se afirma que algunos de los asistentes protestaron y pidieron la liberación del animal, ante el caso omiso de la sala o el artista. Durante la obra, además, se colocaron textos en la pareces con comida para perros, así como agua a una distancia considerable de Natividad, para que nunca llegara hasta ella; también se pudo escuchar el himno sandinista al revés y en un incensario se quemaron 175 piedras de crack y una onza de marihuana.

En este montaje se pueden ver algunos momentos de la obra, aunque hay que recordar que el apunte que se hace al inicio no es cierto, ya que no se pretende que esta obra no sea expuesta en la Bienal (Habacuc presenta allí dos obras diferentes).

Desde el Blog de Jaime Sancho “Eres lo que Haces” podéis seguir en detalle noticias, opiniones, declaraciones y diversos menesteres de una historia triste a la que han llamado arte.

26 octubre 2007

PICHIFLÍS "The Fanzine" 200 pts.

Pichiflís surge en el año 93, cuando unos cuantos compañeros de instituto y un amigo, se juntan para poner en marcha un fanzine. La idea era reflejar en papel todo aquello que nos parecía interesante, bajo el lema “tope cutre – tope pirata”. Al final, supongo que por comodidad, el fanzine fue básicamente musical, con algunos cómics, textos…

¡Ni! y ¡Pon! nos propusimos montar algo juntos; él dibujaba y a mí me gustaba escribir, así que empezamos a fantasear con una pareja de ladillas que se llamaran Ni y Pon, y que nos representaban a nosotros. Las ladillas se convirtieron en nuestras mascotas (del fanzine) y creo que “¡Ni-Pon!” fue la primera propuesta de nombre; al proyecto se sumaron Pato y Pingüi, y así nació el equipo oficial, que contó con la ayuda de algunos amigos. A nosotros nos interesaba mucho más trabajar y conocer gente, y cualquiera que haya hecho un fanzine sabrá lo que eso significa. Dábamos carta blanca a quien quisiera hacer algo con nosotros, y quizá por eso algunos contenidos parecían cogidos con pinzas.

Los nipones travestidos,
uno de sus pasatiempos favoritos

¡Ni!, ¡Pon!, Pingüi y Celis, en clase

Casi siempre que me embarco en una cosa de estas características, me pasa algo parecido: quiero tenerlo todo bien atado; lo que es positivo, si lo consigues, pero es un coñazo porque necesitas mucho más tiempo para hacer el trabajo, supervisar el de los demás, andar detrás de la gente para que entregue las cosas a tiempo, escribir cartas, hacer las fotocopias (que no nos sacaban en la oficina de familiares o amigos)… Por ejemplo, con respecto a la maquetación…, aquello era una suerte de corta y pega (aunque creo que con la suficiente gracia), en una época donde no sabía ni lo que era un escáner. Ya habréis supuesto que esto eran fotocopias en blanco y negro, ¿no? Pese a todo, también me escapaba de mis responsabilidades, porque si Roberto (¡Ni!), tenía que dibujar los cómics, se suponía que yo tenía que hacer los guiones, pero en lugar de eso, me dediqué a hacer mis propios dibujos, sin tener ni idea…

La prueba 1 de que no tengo
ni puta idea de dibujar
El cómic emo definitivo

En el primer número, no teníamos apartado de correos, y como no nos apetecía poner nuestro domicilio particular, logramos engañar a alguien (creo que Barbita) para que pusiera el suyo. Recibimos (y hablo de memorieta) un total de… ¿dos cartas?, en los dos años y pico que sobrevivimos. Pero esas cartas hacían mucha ilusión.

En el año 94, después de no sé cuánto tiempo preparando el primer número, salimos a la calle. Recuerdo, como algo parecido a nuestro zine, el de Flema, un fanzine amigo con el que compartíamos colaboradores y ayudas varias. De hecho, gracias a Raúl, su cabeza pensante, logramos alguna entrevista “gorda”, como la de Devil Dogs (nº 2), a cargo de Kike Buitre. No obstante, Kike Babas y Kike Turrón, publicaron en el 96 un libro llamado “De espaldas al kiosco (Guía histórica de fanzines y otros papelajos de alcantarilla)” que resultó la enciclopedia del fanzinerismo en España y que no sé si ha tenido alguna nueva edición revisada, o siquiera competencia, donde aparecíamos reseñados. Era breve, pero entre otras cosas comentaban que hacíamos un zine “romantic-punk”, cuya maquetación brillaba por su ausencia, y que incluíamos una polla como póster, finalizando tan linda crítica con un “guarretes ellos”.

Por estas cosas nos llamaban machistas

Bajo recomendación, prometimos periocidad bimensual. Craso error. El segundo número salió más de un año más tarde; era un poco menos cutre, así que a la gente le gustó menos… Y así fuimos acumulando más y más material para un tercer número, que tenía que haber salido y nunca salió… Me cansé de llevar tanto curro mientras había gente que apenas movía el culo y, sobre todo, extravié gran parte de los contenidos. Más de diez años después, encontré una carpeta perdida en casa de mi madre; al abrirla asomaron aquellas entrevistas transcritas a mano, cómics terminados, y reseñas varias… Me hizo mucha ilusión, pero obviamente era bastante tarde. Hoy presento, en exclusiva, parte de ese material inédito: El Capitán Straight.

La gente todavía se acuerda de aquel par de números, cosa que me honra. Pichiflís marcó parte de mi adolescencia, aunque fuera para perder el tiempo sanamente. Dudo mucho que alguno de los artistas que hicieron posible aquello esté leyendo esto, pero me gustaría mandarles desde aquí un fuerte abrazo. Que esto sirva de agradecimiento y homenaje.

Falo que sí.

¡Ni-Pon! (nº 2)

Cómic inédito

13 octubre 2007

Menudo Circo

“El circo tiene algo de romántico pero también algo de triste”, opinaba un amigo hace bastantes años. Supongo que es cierto.

Personalmente nunca me gustó el mundo entre rejas donde sobreviven los animales, ni mucho menos el entrenamiento al que son sometidos para realizar todo tipo de trucos que nunca me parecieron divertidos (y no quiero ni imaginar a ellos); los payasos me parecen aterradores; los trapecistas me aburren muchísimo… En realidad, aunque de pequeño acudía religiosamente todas las Navidades al circo instalado en la Plaza de Toros de las Ventas, no recuerdo que aquello me gustase. Incluso me acuerdo de cómo un grupo musical infantil (en mi mente eran Parchís, pero con los años he acabado creyendo que debían ser otros) sacaba a todos los niños para bailar y cantar con ellos; por alguna extraña razón, acabé en la pista haciendo como que disfrutaba de aquel espectáculo… A lo mejor los demás niños de veras lo pasaban en grande, en mi mente todos gritaban como locos y eso me recuerda al mundo donde acaba Pinocho (ya sabéis, aquellos niños fumadores, esclavistas…). Algo después, quizá la última vez que pisé uno de los circos de Las Ventas, vi a “El Equipo A”; se presentaban tal cual, pero su canción era la sintonía de la serie con letra en español; decía: “Equipo A, Equipo A, los héroes mercenarios entran en acción”... Durante la función también actuaba “El Gran Héroe Americano”, que en su primer vuelo, salió despedido contra una de las gradas, ante el grito de emergencia de sus compañeros, que buscaban un médico en la carpa (no era una broma, el tipo se ostió pero bien). Mi madre tenía una amiga que trabajaba en espectáculos circenses, disparaba en plan vaquera y, supongo, lanzaba cuchillos y esas cosas tan divertidas; me parece que una vez me llevó a verla al Parque de Atracciones de Madrid. Guardo un leve recuerdo sexual de aquella chica… Ya sabéis, ese morbo que los niños sentimos por las amigas de nuestra mamá, y aquella mujer llevaba pantalones ajustados, manejaba el látigo y agarraba la pistola como ninguna.

Por supuesto, el circo resultaría un arte de lo más respetable (más allá de los gustos de cada cual) de no ser por el trato y explotación animal e infantil. Es curioso cómo a día de hoy, aún hay gente que sonríe o suelta una sonora carcajada, tomándose a pitorreo que en los circos los animales sean maltratados. Desde mi punto de vista, el mero hecho de utilizar esos animales para provecho humano, ya me parece sobradamente reprochable, pero más allá de eso, en los circos se somete a verdaderas torturas a esas criaturas. Cualquier persona familiarizada con los animales, sabe lo mucho que cuesta “domar” a algunos de ellos, inculcar comportamientos propios de marionetas de feria o enseñar a hacer trucos excéntricos. Los animales, lejos de sentirse en su medio natural, son recluidos durante casi todo el día, encadenados y encerrados, para salir de sus cubículos, únicamente, para ser amaestrados a fuerza fruta, o para hacer una demostración de los trucos aprendidos. Imaginad por un momento el tratamiento al que debe ser sometido un enorme felino, que en realidad tiene un miedo natural atroz al fuego, para entrar por el aro ardiendo (de ahí la expresión “pasar por el aro”, por cierto). Para muestra, un botón:

Hace unos días, en el programa de Telemadrid “Madrid Opina”, el público -ese rebaño descerebrado programado para aplaudir cada vez que un contertuliano se agita en su asiento soltando alguna barbaridad (a más gorda, mayores aplausos)- abucheaba a algunos de los invitados que se atrevieron a mencionar los miles de muertos anónimos que permanecen enterrados en antiguas fosas comunes a lo largo y ancho de las tierras de España desde la Guerra Civil. Es interesante el comportamiento de ese público que, supongo, se comporta así más por ignorancia que por malicia o convencimiento. De igual modo, decía, mucha gente sigue viendo solo la cara amable del circo…

Los circos, con los años, han ido tomando conciencia de lo triste que generalmente resulta su espectáculo; más allá de aquel romanticismo de los viajes en carromato, la hambruna y diferentes leyendas negras han dinamitado la historia de circos populares en el mundo entero, o de artistas que en su día fueron grandes nombres de la carpa. Ahí tenemos la vida y milagros de Ángel Cristo, Fofito y su rencilla con los Aragón, La Ciudad de los Muchachos... Para lavar su cara, algunos atrevidos artistas, han decidido innovar creando espectáculos diferentes, mezclando cabaret, teatro, prescindiendo de los animales… El ejemplo más popular, aunque no el único, lo encontramos en el canadiense Circo del Sol.

Esta noche acudí nuevamente al circo. Y me sentí terriblemente culpable. Culpable, primero, por no molestarme debidamente en informarme de lo que iba a ver, y segundo, por haber asistido a un espectáculo donde se utilizaban animales. El Circo de los Horrores está dirigido por Suso Silva, más conocido como Suso Clown. Bajo la máscara de espectáculo diferente, y sustituyendo la carpa de un circo por las paredes de un teatro, el Circo Price acoge estos días en Madrid un espectáculo que de diferente tiene poco. Si bien es cierto que el montaje, maquillaje y puesta en escena en general pueden pasar por ser distintos a los de los circos convencionales, detrás encontramos más de lo mismo; pero lo verdaderamente grave es encontrar que mientras se muestran al público como algo innovador, utilizan animales en varios de los números: concretamente, una serpiente, que únicamente aparece enroscada en el cuerpo de uno de los artistas, y un caballo, que tristemente es montado por La Muerte; sería fácil hacer un símil.

María, que me acompañaba esa noche, y es gran conocedora del mundo ecuestre, me narraba al oído cómo el jinete realizaba cada uno de los trucos, cómo utilizaba elementos que realmente debían herir al animal y cómo se cebaba con él, mientras los aplausos, bastante más apagados que en los demás números, se sumaban a los bailes y trotes, meneos y saltos… Vergonzoso. Precisamente, de no ser por estar acompañado, me hubiera levantado en medio de su actuación y me habría largado de allí. Pero el clímax llegó con la participación de una pequeña niña.

Recuerdo que hasta que entré al circo esta noche, el trabajo infantil estaba prohibido en España; bueno es saber, precisamente hoy, día del orgullo patrio, que las cosas no han cambiado tanto. Y bueno es saber que un circo siempre será un circo, porque esos mismos niños, también cubren espectáculos de El Circo del Sol, por ejemplo. Pero del trabajo infantil no se libra ni el circo, ni el teatro, ni el cine… Que trabajen y les llenen las arcas a los padres, claro que sí…

Si bien es cierto que en la actuación de Suso Clown se adivinaba el saber estar en escena, me ha picado la curiosidad y he cotilleado un poco para saber más de este personaje.

De los Silva del Circo de los Muchachos, sobrino del jesuita Padre Silva, su fundador, Suso es un mundialmente reconocido mimo y clown que ha pasado de vivir en los carromatos ajenos, a montar sus propios espectáculos. El Circo de los Muchachos (Benposta, Orense), se fundó con una de esas utópicas ideas donde los niños son los que mandan (eligiendo incluso su propio ayuntamiento), en el año 56, donde se fundó la segunda escuela de circo del mundo, con la idea de que se juntara allí una comunidad de niños desfavorecidos bajo el amparo del catolicismo. Sin embargo, esta ciudad fue construida no solo para los niños, sino también por ellos. Con los años, igual que ha ocurrido en lugares parecidos, ha empezado a surgir la mierda… Tanto es así, que las denuncias al centro se empezaron a sumar, incluyendo las de abusos sexuales; lo que un día nació como sueño utópico ha terminado siendo tachado de secta destructiva por buena parte de los niños que han pasado por allí. El Padre Silva decidió que su permanencia se hacía insostenible y se marchó llevando con él a quince menores, cuyos familiares (muchos de ellos también de El Circo de los Muchachos) denunciaron su desaparición; cuando el Padre Silva reapareció, acusó a aquellos que se habían levantado contra él de haber dado un golpe de estado en su comunidad.

El mundo es un circo.