27 septiembre 2006

That's entertainment

Liars
27_La Coruña_Playa Club
28_Madrid_Moby Dick
29_Zaragoza_Casa de Loco
30_Santa Pola_Camelot



Aggrolites
30_Bilbao_Santana 27
01_Madrid_Gruta 77
02_Valencia_El Loco
03_Barcelona_Apolo 2



DJ Qbert
05_Madrid_Balcón de Rosales
06_Granada_Industrial Copera
07_Bilbao_Pza. de toros (BUM Festival)
08_Barcelona_Apolo

25 septiembre 2006

22 septiembre 2006

Mondo lirondo
(y otras mierdas contemporáneas)

Hace poco he vuelto a leer, escuchar y saber acerca de la utilización de animales (ya sean vivos o muertos) en espectáculos en directo. La subversión, el escándalo, el nihilismo… Tocar la fibra del espectador, en caso de que lo hubiere. Muchas son las excusas dadas por los artistas y muy pocas las puertas con las que se encuentran a nivel legal, ya sea por desconocimiento del espectador que puede denunciar la obra, ya sea porque las leyes que imperan en determinadas regiones no son suficientemente explícitas respecto al tema, o simplemente, pecan de ambiguas.

Hace unos meses escribí sobre Rodrigo García y La Carnicería Teatro. Ejemplo perfecto de artista que quiere pecar de inconformista, sin darse cuenta de hasta qué punto llega a pecar de lo contrario.

Recientemente, fue entrevistado en televisión acerca de “Accidens – Matar Para comer”. Denominada “performance culinaria”, en “Accidens” se cuelga un animal vivo para seguir con detenimiento su reacción y comportamiento, escuchando los latidos de su corazón, observándolo…, mientras es despedazado a machetazos y preparado para su cocción.

“¿Y todo para qué?” Así terminaba la entrevista. Rodrigo García ofrecía una mirada perdida e infantil como toda respuesta a la “insolente” pregunta del entrevistador.

Tras un accidente, este iluminado de la crueldad escénica creyó necesario despertar el interés de los humanos frente a la naturaleza; cree que nos estamos deshumanizando poco a poco, porque para comer ya sólo necesitamos ir al supermercado y comprar una lata, sin necesidad de salir al campo para cazar la presa. ÉL es EL elegido para despertar nuestra conciencia salvaje dormida durante años de acoplamiento en el sillón, frente a la tele. ÉL es EL elegido para traer de vuelta el espíritu de supervivencia al género humano.

Estos son sus argumentos.

Sin embargo, mientras en España la obra se ha representado sin mayores problemas, en Italia, la Liga Antivivisección llevó a los tribunales la denuncia (concretamente contra Juan Loriente) de un espectador particular que observó la matanza el día del estreno en el Festival Conteporanea.

Los ejemplos de muertes en directo se multiplican durante la historia de la humanidad, y aunque en nombre del arte -como excusa perfecta- aunque no abunda tanto, también tienen su aceptación (como tienen su desaprobación). Sin embargo, esta desaprobación -que normalmente se lanza a gritos- de personas escandalizadas, sugiere diferentes apuntes filosóficos, culturales y éticos.

La muerte del animal para uso y disfrute humano parece justificada por gran parte de la sociedad moderna: el animal en el plato es válido; si embargo, el animal colgado en un escenario, rajado y cocido aún vivo, no; como tampoco es válido el maltrato al toro en una plaza; como tampoco vale apalear hasta la muerte un perro (aunque este caso concreto, tan de moda últimamente por el caso del maltrato en Galicia, merece atención especial, curiosamente, el acusado –grabado y denunciado-, defiende su honor ante un público encolerizado que no para de lanzar improperios contra el veterinario que grabó y denunció el caso)…

Que hoy por hoy en España se aplaudan casos tan explícitamente brutales como el acaecido en Galicia en el año 2004 quizá no sea habitual, pero seguimos comprobando que existe una doble moral que traza la línea entre lo válido y lo inapropiado a su libre albedrío, de manera que cada cuál se pone una venda frente al plato que come, o se lo piensa mejor antes de llevarse el tenedor a la boca…

Cuando Rodrigo García preparó la obra, quizá no pensó que su mensaje tenía doble filo. Si bien su forma y mensaje son abiertamente especistas, la reflexión que deja sobre la mesa acerca de lo que en realidad comemos tiene un interés bastante singular. Pero la historia del maltrato animal y La Carnicería no es nueva; hace cinco años llevó a los escenarios un espectáculo en el que los catalanes Standstill aterrorizaban a un burro amarrado que pretendía soltarse a toda costa durante la interpretación.

Las muertes de animales, los ensañamientos y torturas… están a la orden del día. Cuando este tipo de comportamientos son grabados para fines lucrativos (e incluso, en ocasiones, “artísticos”), los vídeos son denominados “mondo”; estas películas seudo documentales (que muchas veces mezclan ficción con imagen real), originalmente pretendían ser una puerta abierta al mundo “salvaje” desde un punto de vista puramente occidental, mostrando crudas imágenes de accidentes, matanzas, sacrificios, muertes…, principalmente del mundo que habitualmente se conoce com salvaje (ya sea por su menor contacto con la cultura occidental o por su estado plenamente salvaje -léase la naturaleza). Durante los 60 y 70 este género se explota de tal manera que el escándalo no tarda en llegar. Sin embargo, películas como “Hombres salvajes, bestias salvajes” (donde, entre otras lindezas, se muestra el saqueo de un poblado indígena y el asesinato y castración de sus habitantes) son tachadas de fraude, ya que muchas de las situaciones mostradas son ficticias. Digamos que el “mondo” es el equivalente “cultural” al mítico cine “snuff”, en el que teóricamente se elige una víctima real para ser torturada o asesinada. Hay mucha leyenda en torno al cine “snuff” e incluso a si realmente existen estas películas; creo que pecamos de ingenuos negando una evidencia que está a la orden del día. La gente graba situaciones que les resultan excitantes; en ocasiones el asesino disfruta matando… Negar que existan grabaciones de asesinatos llevados a cabo con el único fin de ser inmortalizados, me parece irrisorio. Sin embargo, diferentes expertos en cine oscuro y underground siguen negando públicamente la existencia de dichas películas. El mercado alternativo dedicado a su comercio, o una cerrada red de visionado de películas “snuff” sugieren una idea excelente para explotar dentro del género ficticio (recordemos el caso de “Tesis”), aunque sigue quedándose en “tablas” la lucha entre realidad y ficción.

Recuerdo haber dado hace muchos años con excepcionales y raros catálogos de vídeo donde se ofrecía la venta de alguna película “snuff”; por supuesto, una película real no se ofrecería en un catálogo de venta por correo… O quizá sí, no hay mejor manera de maquillar la realidad que mostrándola tal como es (no hubiera sido la única película prohibida de todo el catálogo, recuerdo bastantes títulos de la aventajada Traci Lords). El precio excedía con creces el de las demás películas del catálogo… En cualquier caso, el escándalo está servido.

Desde mi postura personal, entiendo que haya gente que se alimente de carne y, sin embargo, se escandalice frente a la tortura de un toro, o frente a “Accidens” (por poner dos ejemplos), sin embargo, no comparto esa doble moral. Normalmente ellos ven un referente puramente lucrativo y lúdico en el espectáculo, mientras que no prestan la misma atención al pedazo de animal con el que se alimentan. A la gente no le gusta que le recuerden lo que come, normalmente se sienten heridos en su orgullo, atacados personalmente o, simplemente, avergonzados, reconociendo no querer reflexionar sobre el tema. Si bien entiendo que exista una doble moral, no entiendo preferir vivir con una venda en los ojos.

Por lo visto, hay quien para sentirse vivo, necesita ser partícipe de la muerte… En ocasiones escuché aquello de “la vida es así”. ¡Cuán equivocado concepto!
LA
MUERTE

es así.


08 septiembre 2006

La tristeza es contagiosa


Desde pequeños nos han enseñado a creer erróneamente que sentimos con el corazón, un órgano vital que se asocia a los más profundos e intensos sentimientos. Por supuesto, necesitamos el corazón, pero no para sentir, eso es sólo una metáfora…

Cuando sentimos una emoción, ésta viene dada directamente por una orden que lanza nuestro cerebro, muchas veces inconscientemente; es lo que se conoce como pensamiento automático, todo aquello que nos decimos interiormente y en lo que, en la gran mayoría de las ocasiones –desgraciadamente- ni nos fijamos.

Muchos pensaréis que eso no es más que una tontería, que los hechos tristes o alegres, lo son porque sí y, obviamente, nos sentimos así porque es lo que toca en cada momento. Bien, las situaciones, efectivamente, desatan un pensamiento, pero es el pensamiento el que nos hace sentir de una manera y no de otra. Por esa razón, unas personas reaccionan de una manera ante un hecho, y otras de una forma totalmente distinta, cuando en realidad están viviendo la misma situación; ¿por qué?, porque no la encajan de la misma manera.

Esta teoría sería suficiente para desbaratar el título que le he dado a este texto, porque en realidad, la tristeza, como la alegría, no se contagian, pero es que los seres humanos, aun suponiendo que nos movemos por una lógica teóricamente aplastante de nuestra especie, en realidad nos movemos por emociones. Muchas veces, estas emociones de las que somos testigos, se nos pegan al “corazón” como si fueran víricas y, a veces, como si no pudiéramos evitar sentirnos más que como nos sentimos convirtiéndose casi en un imposible tan siquiera plantearse sentirse de otro modo.

En ocasiones basta una palabra de un amigo, la mirada de un ser querido, una sonrisa, un sonido o un olor… Algo que nos comunique algo que quizá buscamos desde lo más profundo de nuestro ser, para desatar un contagio emocional. Y entonces, nuestra irracional manera de ser deslumbra por la ignorancia de la que hace alarde, porque nos muestra vulnerables… ¡Pero también terriblemente humanos!

Entonces, en la máxima vulnerabilidad de nuestras emociones, corremos el riesgo de sentirnos profundamente hundidos o, por el contrario, felizmente dichosos… Es entonces cuando nos dejamos llevar por la negrura del momento y nos encerramos en casa con música especialmente elegida para la ocasión y nos atormentamos en una esquina arropados de lágrimas; da igual saber lo mucho que vamos a sufrir, no hay ningún plan mejor. Conclusión: somos terriblemente masoquistas, pero sobre todo masoquistas emocionales, y el dolor del corazón es –o puede ser- mucho más profundo e intenso que el dolor físico. Por el contrario, quizá hayamos elegido dejarnos contagiar por la felicidad y salir a tomar el aire sonriendo como estúpidos, sin saber por qué, da igual, porque lo importante es sentirse embriagado por el momento…

Aunque en ocasiones incubamos lentamente esas sensaciones dentro de nosotros, estando bajo aviso de lo que se nos viene encima (generalmente cuando lo que se nos viene encima es un sentimiento de tristeza), también es cierto que otro tipo de personas más extremas, cambian de estado de humor de manera radical, casi sin previo aviso; puede ser una tendencia que radique en una mera depresión, bipolaridad, nerviosismo… Cuando esto ocurre, parece que el contagio emocional está a la orden del día, y que no sólo te irrita o te satisface todo de repente, sino que te dejas llevar por ese sentimiento que otro ha empezado a experimentar antes que tú… ¡Celos emocionales! (más o menos).

Sin duda, saber que en nuestra mano (o mejor dicho, en nuestra cabeza) está la llave de nuestra felicidad, debería hacernos el camino hacia ésta más llevadero, pero a veces se diría que le han cambiado la cerradura a la dichosa puerta. Yo me sigo embriagando de la tristeza ajena, y da igual lo ilógico que sea, me dejo llevar y me hundo hasta que el desencantamiento o la apatía vencen el estúpido estado en el que me sumo. Pero ¿por qué casi siempre es la tristeza la que se contagia? Estornuden más sonrisas, por favor…









03 septiembre 2006

Madonna Chanante

Creo que no exajero si digo que esta es la pieza más elaborada que se ha grabado nunca en La Hora Chanante (lo cual es como no decir nada, porque yo no he visto todos sus programas...). Podría explicar por qué, pero no me apetece. Tan sólo contaré que el jersey de rejilla que lleva Carlös en el papel de "Madonna en la tierra", es mío. Toma ya.

¿Madonna?



No gracias... Durante los 80 hubo muchas otras, con más gracia, carisma y originalidad. Madonna no dio con ninguna clave no inventada, sin embargo fue ella la que se llevó la fama (y se quedó con ella); otra prueba de que el talento no lo es todo para llegar a lo más alto.

Este fue el único hit de 'Til Tuesday. Es verdad, como dice Peter, Aimee Mann se parece a Eva...



"She's so unusual", el debut de Cyndi Lauper, se comió con patatas al de Madonna; por contra, le tocó permanecer siempre a su sombra... Bien por Cyndi, que es una Goonie y grabó este delicioso vídeo, que me pone de buen humor y me hace imaginarme como una chica pasándolo en grande, bailando, vestida con gasas, guantes largos, medias de rejilla... Y hasta aquí podemos leer.



En Europa, los ritmos más electrónicos siempre fueron de los ingleses y, especialmente, de los alemanes. Y fue en Alemania donde un modesto grupo liderado por una guapa teutona, dio en la diana con un tema que posteriormente fue grabado también en inglés. Si tenéis la oportunidad, no os perdáis la peli "Nena, tienes un problema", es terrible. ¡Vivan las german hairy girls!



Y volviendo a los EE.UU., Berlin se dieron a conocer bajo la sombra de Giorgio Moroder (para quien interpretaron el popular "Take my breath away", que ganó un Oscar en el 86). A ritmo de puterío de raso, Terri Nunn se llamaba a sí misma puta en su increíble debut. En una reciente aparición en televisión, en una especie de "¿Qué pasó con...?" esta mujer demostró haber hecho un pacto con el diablo, porque estaba aún más guapa que entonces. "Sex" me pone cachondo...



Debbie Harry era una conejita de Playboy que bailaba como una maniquí (este hecho es paranormal, teniendo en cuenta que había sido bailarina de bar). Realmente atómica.



Y ahora, yo me pregunto ¿por qué casi todas eran rubias de bote? Eso es lo que realmente me inquieta. Investigaremos...